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Tomados de tu Mano

Gaby Falcón
 
Copyright © 2014 Gabriela I. Falcón R.
All rights reserved.
Número de Registro 03-2015-052910100300-01
TOMADOS DE TU MANO
Gabriela Ivonne Falcón Romero
ISBN-13: 978-1505207637
ISBN- 10: 1505207630
Diseño de Portada
NELSON DURÓN
 
Mi Testimonio
 
 
            Nací en un hogar común y corriente,  mi mamá ama de casa y mi papá contador público. Cuando yo tenía cuatro años éramos una familia de cuatro hijos, papá y mamá. Después creció la familia con dos pequeños más, las cosas  estaban muy mal en todos los aspectos porque mi papá había perdido su trabajo. Pasamos muchas dificultades, sobretodo económicas y mi papá decidió viajar al norte del país en donde se las arregló para obtener un sustento muy abundante. Cuando entré a quinto de primaria la vida ya había dado un giro.
  
Al entrar a la universidad me sentía completamente perdida y vacía, tenía todo lo que quería, pero cada vez menos atención, nadie me preguntaba ¿cómo estás, cómo te sientes? O simplemente ¿qué hiciste hoy? Tenía de todo sí, menos la atención de mis padres y hermanos, y no es que fuera malo en sí, más bien cada uno vivía su vida y yo me sentí sola. No sabía a dónde ir porque sentía un vacío muy grande (Tuve buenos amigos, pero había muchos que no eran reales)… era un gran vacío.
 
Me interesé en la supuesta “sabiduría espiritual”  para llenar esos vacíos, entonces me casé con un brujo. Cuando lo conocí me comenzó a enseñar cosas que sólo los “privilegiados” pueden saber (supuestamente): Meditaciones, posturas de yoga, manejo de energía mediante chacras, aromaterapia, cromoterapia, etc. Aprendí el nombre de ángeles y arcángeles, de maestros ascendidos, los planetas y su correspondencia con los horóscopos, curación a través de las manos, velas, inciensos, amuletos, talismanes, etc.
 
Pero mi esposo era drogadicto y mi vida estaba en un pozo sin fondo, cada día me hacía sentir peor. Por la mañana yo misma me  leía las cartas del tarot para saber que hacer o para darme una idea de dónde había amanecido mi esposo, esa situación me confundía, era esclava del tarot, me encadenaba. 
 
Además quien vive  con un adicto sabe lo que eso significa, es  vivir como en una montaña rusa emocional, al borde del abismo siempre. Si él estaba bien, todo era maravilloso, pero si había consumido drogas,  todo era violento, era un infierno.
 
Así pasaba los días tratando de contener la estabilidad que se escapaba con un portazo, un grito, cualquier detalle que lo hiciera explotar con insultos, comentarios denigrantes… golpes. Un día en medio de una situación insoportable (una de tantas, pero en esta ya no pude más)  alcé mis ojos al cielo y clamé con desesperación: “Dios ya no sé cómo te llamas, no sé si existes, pero te necesito, sálvame”. Esa misma noche dormí en casa de mi madre y no volví a ver al padre de mis hijas en muchos años.  Me divorcié con dos niñas maravillosas.  
 
            Pasaron cinco años y parecía que nada podía cambiar mi vida, hasta llegué a sentir un desequilibrio profundo en mi mente.
 
Durante ese tiempo me volví muy religiosa, cada domingo sin falta al templo, reuniones cada miércoles, retiros, no podía encontrar la paz que anhelaba; al contrario sentía una ira acumulada dentro de mí que explotaba a cada momento… mis hijas tenían una mamá neurótica y frustrada,  no me daba cuenta.
 
Como era padre y madre de las niñas, anduve de trabajo en trabajo, la inestabilidad, el miedo y la frustración me acompañaban a todos lados. Un día me preguntó una amiga ¿quieres recibir a Cristo en tu corazón? Y yo pensé, “Qué absurdo, que ignorante, si yo lo tengo cada domingo” Pero al fin cerré mis ojos e hice una oración  con la que invité a Jesucristo a tomar el control de mi vida, realmente sentía la necesidad de que alguien me salvara para siempre.
 
Ese día supe que JESUCRISTO VIVE.  Entró en mi vida como un ungüento de sanidad y sentí su presencia con toda su verdad. Pero también sentí gran vergüenza de mi vida ¡Lloré tanto!
                               
Desde ese día hasta hoy su presencia me acompaña, pero no como algo que se dice bonito, él realmente está conmigo como el aire que se respira, no lo veo pero lo siento y me da vida cada instante.
 
Después de ese día y para siempre mi corazón pertenece a Dios; aunque las dificultades y lo cotidiano parecían no cambiar completamente. Un día en medio de la dificultad (tenía un problema económico) me levanté muy temprano llena de temor y angustia, me puse de rodillas y comencé a orar, me sentía sola y no sabía ya cómo clamar a Dios. Entonces abrí mi Biblia para buscar las palabras de mi Padre, de mi Amado, un consuelo, una palabra de paz y esto fue lo que sintió mi corazón:
 
Este libro nació ese día. Quiero compartir contigo lo que Dios  puso en mí aquella ocasión al leer el capítulo 54 del libro de Isaías, porque ha sido un toque especial en mi vida. 
 
Vamos a ver por partes todo el capítulo para desmenuzarlo de la mejor manera posible, primero vamos a leerlo todo y más adelante lo iremos explicando. Espero en Dios que haga en tu vida tal y como Él quiera ¡Eso será perfecto!

 
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