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Te llamé desde temprano
Gabriela Ivonne Falcón Romero
ISBN-10: 153049365X
ISBN-13:   978-1530493654

                Estuve varios días orando para que Dios pusiera en mi corazón un nuevo escrito para compartir, me gustan muchos pasajes de la vida de Jesús que seguramente después podré escribir, pero la respuesta de Dios fue Jeremías 7. 
                Esta palabra que Dios puso en mi corazón, la comparto hoy con temor y temblor porque cuando supe que esta era la que debía comenzar a escribir, sentí una gran responsabilidad. 
                Jeremías 7, habla fuertemente a un pueblo rebelde que se ha empeñado en seguir otros dioses, actuando en franca rebeldía delante de Dios ¿Y la sociedad de hoy en día, no es similar a aquel pueblo?
                Escribir sobre este tema es como levantar estandarte contra todas las corrientes espirituales que hoy abundan por todos lados, pero realmente ninguna escucha la voz de Dios, ¿Por qué lo sé? Porque lo leí y ahora entiendo que para venir delante de Dios, primero, no necesitamos estar en un lugar específico, ni estar delante de alguna imagen, no necesitamos tampoco estar en alguna postura, con respiraciones especiales, no necesitamos objetos aquí o allá, no necesitamos comer algo especial o dejar de comer ciertos alimentos, en fin no necesitamos mayor cosa que venir a Él con un corazón dispuesto a estar en su presencia ¡Majestuosa Presencia! “No con sabiduría humana, sino con el poder del Espíritu Santo.”
 
 

Te llamé desde Temprano
Jeremías 7:1- 20

 
Definitivamente esta es una palabra de amor departe de Dios para todo aquel que quiera recibirla. Cuando leemos esta parte del capítulo siete del libro de Jeremías, nos encontramos con un Dios que definitivamente está enojado. (Al final de este libro están transcritos los versículos de los cuales vamos hablar)
¿Cuántas veces escuché en mi niñez? “Dios no se enoja.” Pero sí, si se enoja y descubrirlo nos puede resultar hasta contradictorio con lo que habíamos oído de él. Aunque reflexionando un poco, pensemos en un papá que ama a su hijo.
Cuando el hijo es pequeño le muestra la escalera y le dice: “por aquí no bajes porque te caes y te vas a lastimar.” El pequeño que apenas está aprendiendo a caminar, inquieto por aprender se acerca a la escalera y el papá le dice con voz fuerte: ¡No, por allí no porque te caes! Realmente el papá quiere proteger a su hijo del peligro, pero el niño no lo sabe y quiere ir por ese lugar tan interesante. Así que después de un rato, cuando nadie lo ve, intenta ir por la escalera, el papá al descubrirlo se enoja y le dice: ¡Te dije que por allí no! Y le da una nalgada para que el niño aprenda que por allí no debe ir. Entonces ¿Vamos a decir que el papá es muy malo porque se enoja y corrige al hijo? No, al contrario, en ese acto vemos el amor del padre.

En estos versículos que escribe Jeremías, como profeta de Dios, es decir, habla lo que Dios le pide que diga. Y, además, el amor de Dios es tan grande que esas palabras quedan escritas hasta nuestros días. Contra toda adversidad, la palabra de Dios se ha sostenido y por el amor eterno del padre, es que hoy podemos recibirlas. Así es que, puedo ver una palabra de amor, porque como dice el versículo diecinueve “¿Me provocarán ellos a ira? Dice El Señor. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión?” Es como si aquel papá dijera al niño, ya te lo hice entender, ahora si eliges aventarte por la escalera, ¿no obras mal para ti mismo?
Entonces, Dios nos da la oportunidad de cambiar, él habla con su profeta Jeremías y le dice lo que acontecerá con todos aquellos que le desobedecen de una manera tan rebelde, y lo anuncia para que todo aquel que lo decida, cambie su manera de actuar y se rectifique en obediencia delante de Dios, además, como ya lo mencioné, queda escrito hasta nuestros días para que también nosotros recibamos la misma oportunidad... 
           
Lo importante de leer la palabra de Dios, es tomar Su palabra para transformación de nuestra vida, así que hoy mismo esta palabra se hace viva y real a nuestro corazón para que lo que tengamos que rectificar, lo rectifiquemos.
La buena noticia es que hoy (a diferencia de los tiempos de Jeremías) tenemos al único abogado delante del Padre, que es Jesucristo, quien ya derramó su sangre para perdón de nuestros pecados. Él mismo dijo en la cruz “Consumado es” O sea que la obra que le fue comisionada ya quedó hecha.
Y además con su sacrificio en la cruz se anuló el decreto que nos era contrario. Lo cual significa que cuando tu reconoces a Jesucristo como único consumador de todas las cosas, como tu único Señor y abogado delante de Dios, y reconoces su sacrificio en la cruz para perdón de pecados. En ese momento el decreto de muerte por pecado, es removido, y recibes la vida.
Por eso al hacer a Jesucristo nuestro Señor, es decir, nuestro dueño, jefe, gobernador de nuestras vidas, rey y soberano. En ese momento somos trasladados de las tinieblas a la luz admirable. Entonces nos convertimos en ciudadanos del reino de los cielos, aquí en la tierra.
Ahora bien, aprendamos a vivir como tales ciudadanos, como hijos de un rey, ya no podemos seguir siendo iguales porque Dios mismo nos escogió, nos llamó, nos dio vida y transformó nuestra naturaleza de pecado. No que somos perfectos, pero si nos esforzaremos a vivir en obediencia por amor a aquel que nos rescató de la muerte.
Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre si no es por mi” pero tenemos que venir a Él para ser transformados… cada día. 
 
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